Mansplaining y manterrupting: cómo identificarlo y neutralizarlo

Si buscamos en Twitter mansplaining y manterrupting, encontraremos muchos casos de mujeres que lo han vivido. Estas conductas afectan los ambientes laborales más de lo que pensamos y, sí, se deben conocer para erradicarlas.

El término mansplaining se lo debemos a Rebecca Solnit, una famosa escritora estadounidense que acuñó esta palabra en el 2008 a través de su ensayo Los hombres me explican cosas (que después se volvió un libro mundialmente conocido), donde narró una situación que vivió con un hombre que la coartó para minimizar su trabajo y compararla con un autor… que resultó ser ella misma. Diez años después, en el 2018, la palabra apareció en el diccionario Merriam Webster, bajo la definición “cuando un hombre le habla condescendientemente a alguien (que suele ser una mujer) sobre algo que él no conoce, con la seguridad errónea de que sabe más de ello que la persona con la que interactúa”. 

¿Qué es el mansplaining?

El mansplaining es un micromachismo que se da en muchos ambientes, pero específicamente en las áreas laborales se presenta de manera recurrente. Según datos de Self, donde entrevistaron a dos mil mujeres, una se enfrenta en promedio a seis incidentes de esta naturaleza a la semana, lo que significa 312 episodios al año: ¡casi uno diario!

Algo muy interesante que refieren las encuestadas es que tres de cada cinco consideran que los hombres no se dan cuenta de que lo hacen; sin embargo, las consecuencias en las mujeres son muy grandes; por ejemplo, ONU Mujeres explica que entre los efectos del mansplaining está el que ellas duden de sí mismas y se auto limiten, saboteando su ejercicio laboral.

Además, existe el manterrupting

Esta presencia en el área laboral también da lugar a otro término: el manterrupting, una acción realizada por los varones al interrumpir a las mujeres en una conversación o reunión innecesariamente. ¿Recuerdas aquel momento en el que, durante una entrega de premios, Kanye West lo hizo en el discurso de Taylor Swift al recibir un galardón y quitó el foco del logro de la cantante? Es un claro ejemplo de este fenómeno. Y hablando del mansplaining, la interrupción suele ser la antesala para ejercerlo.

Las mujeres suelen pasar por una mayor cantidad de interrupciones y, usualmente, cuando estas pausas las realizan los hombres, lo hacen para dominar la conversación en ambientes profesionales hablando más (hasta 75 por ciento del total de la reunión).  

Las investigaciones sobre el manterrupting han demostrado que el contexto es importante: estas interrupciones mayormente son en discusiones de estilo panel, en segundo lugar en las juntas y en tercer lugar, durante reuniones a distancia. 

¿Por qué sucede?

Hay muchos estudios acerca del tema, pero uno de los más contundentes es el de John vs. Jennifer de la Universidad de Yale, donde se demuestran prejuicios sociales relacionados con creer que las mujeres son menos competentes que los hombres, lo que lleva a dar por hecho que ellas no están listas para hablar u opinar sobre diversos asuntos de los que pueden ser expertas. 

Como señala Kate Mane, profesora de la Universidad de Cornell en una entrevista con el New York Times, entre más privilegiado sea un hombre en el entorno donde se desarrolla, estas conductas empeoran; sin embargo, existe una dinámica de género a través de la cual al varón siempre se le ha educado como si fuera la autoridad, sin importar su jerarquía. Es decir, aún los que respetan a sus pares pueden caer en este tipo de conductas sin notarlo. Mane cita el ejemplo de un estudio realizado en Harvard, donde demostraron que en las clases de derecho de la institución, los hombres tenían un 50 por ciento más probabilidades de participar una vez en clase que ellas, y 150 por ciento más de hacerlo tres veces o más. 

Tanto el mansplaining como el manterrupting tienen consecuencias relevantes: pérdida de tiempo y de buenas ideas, conservación de prejuicios y ausencia de participación de las mujeres en estos ambientes, así como adjudicación de logros o ideas, lo que detona directamente otros problemas como la poca representación femenina en puestos de liderazgo y el techo de cristal.

Soy hombre, ¿cómo saber si lo hago?

Aunque todos podemos ser presa de esta práctica, como ya revisamos, es una conducta primordialmente reflejada en los hombres y que, muchas veces, no se dan cuenta cuando lo ejercen. Si en este momento te preguntas: ¿cómo puedo saber si lo hago?, Kim Goodwin, además de desarrollar un esquema que se viralizó en el 2018 y que muchos lo han tomado como referencia, considera estas tres preguntas que te ayudarán a notarlo:

  • ¿Te pidieron la explicación? Si alguien lo hizo, simplemente da la respuesta. Las aclaraciones no pedidas, si eres un jefe, pueden ser correctas con una razón; sin embargo, si alguien ya declinó tu ayuda, es irrespetuoso continuar. 
  • ¿Minimizas las habilidades de los demás? Explicar a quienes ya saben del tema es perder el tiempo de todos y, si lo haces, pueden pensar que no confías ni en su inteligencia ni en su competencia.
  • ¿Tus sesgos están afectando tu interpretación? Desde pequeños, los sesgos de género, conductas y comunicación están presentes y eso puede llevar a tener malas concepciones de diversos grupos, como que los hombres consideren menos competentes a las mujeres. Si crees tener este sesgo, es tiempo de trabajar en él para eliminarlo.

Y para terminar, Leslie Shore, experta en comunicación, recomienda estas estrategias como apoyo en el proceso:

  • Si quieres participar en la conversación mediante una interrupción, pon una pausa antes hacerlo y, cuando lo hagas,  asegúrate de que tu aportación sea relevante; si no lo es, mejor espera.
  • Cuando las mujeres noten que un hombre las interrumpe sin un objetivo sólido, puedes confrontar de manera cortés y puntual: por ejemplo, decir que aún faltan algunos puntos por exponer y que si puede, por favor, esperar un poco. La especialista también sugiere mirar a los ojos y usar lenguaje firme (por ejemplo, “yo sé” en vez de “yo creo”).
  • Si es necesario, puedes desarrollar guías para organizar juntas donde cada persona dé su punto de vista. Otra opción que recomienda Sarah Kaplan es generar instrucciones para los líderes de las reuniones para dar apoyo a las mujeres que están hablando en ellas.
  • Además, las evaluaciones de desempeño pueden adaptarse tanto para sancionar estas conductas como para reconocer a los miembros que escuchan a los demás.

Como señala Kaplan, tanto el mansplaining como el manterrupting son conductas con resultados desfavorables para las organizaciones; por ello, también es necesario que las empresas tomen cartas en el asunto y contribuyan al cambio de estas dinámicas.  

Espero esta entrada aporte en la mejora de tu entorno laboral y, si tienes tiempo, no dejes de leer el libro de Rebecca Solnit, sin importar si eres hombre o mujer, vale totalmente la pena y te adentrará aún más en el tema. ¡Hasta el siguiente post!

Imagen: pexels.com/CupofCouple

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