“Las empresas con más mujeres en puestos de poder tienden a funcionar peor”. Esa premisa, publicada en 2003 en el diario británico The Times, inspiró la creación del concepto precipicio o acantilado de cristal, situación a la que se han enfrentado algunas profesionales al obtener un puesto directivo.
El precipicio de cristal se presenta cuando se le concede a una mujer una posición de liderazgo, pero en situaciones adversas, ya sea que la empresa esté al borde de una inminente caída o tenga un ambiente crítico. Esta condición implica duplicar esfuerzos en un entorno en el que existen altas posibilidades de no tener éxito y, en caso de tenerlo, la nueva líder será removida para darle su puesto a un hombre.
Rompiendo el mito del fracaso
Para rebatir lo que planteaba el artículo del diario inglés, dos investigadores de la Universidad de Exeter, Michele K. Ryan y Alexander Haslam, se dieron a la tarea de desmentir esta idea. El resultado de su estudio fue que las empresas analizadas ya estaban en condiciones insalvables y no había relación entre el fracaso con la capacidad de liderazgo de las mujeres.
Este tipo de comportamiento se puede ver en casi todos los sectores, no sólo en las cuestiones empresariales o en la política. Generalmente, a las mujeres se les pone en ese precipicio de cristal por dos razones: para sacar a una empresa de una crisis o, en el caso de la política, para que un partido aparente que su ideología ha cambiado y es más inclusiva.
Las mujeres trabajan para la crisis y los hombres para el éxito
Los estereotipos tienen un peso sumamente importante en los acantilados de cristal, ya que se considera que la mujer, por su nivel de empatía y organización, así como por su actitud de servicio, tiene mayor capacidad para resolver las crisis, en comparación con el hombre, a quien se le asocia más con cuestiones de liderazgo debido a su supuesta dureza, competencia y habilidad.
El problema aquí es que se juega mucho con la autoestima de la mujer, ya que al asumir un puesto de liderazgo en condiciones de crisis y no logra el cometido, de inmediato se resalta su fracaso y su género sin tomar en cuenta el contexto. En este caso, lo ideal es tomar la experiencia y aprendizaje sin sentir culpa. Asimismo, hacer caso omiso a los señalamientos, porque la mayor parte de las empresas, en una situación álgida o de inminente pérdida, busca una víctima necesaria.
Otra cuestión que deja a muchas mujeres decepcionadas es que hay casos en los que, una vez que se salva la situación y la empresa sale adelante, las retiran de su puesto para darle la dirección a un hombre.
Consejos para evitar caer al precipicio
La oferta de un cargo de mayor responsabilidad puede sonar muy tentadora, ya que pocas son las mujeres que llegan a una posición de liderazgo. Se calcula que sólo el 33 por ciento de los puestos directivos en México están a cargo de una mujer. Por ello, antes de tomar la gran decisión, analiza y prepárate para asumir el desafío.
De acuerdo con un artículo de Keith D. Dorsey, especialista en reestructuraciones empresariales, puedes armar una estrategia que te ayudará a decidir si, en efecto, es viable enfrentar el reto. Para ello, puedes seguir el siguiente plan:
- Pide por escrito la descripción de los objetivos. Que te expliquen qué es lo que hay que lograr, el tiempo establecido para ello, los recursos y el financiamiento disponible. Esto te dará una idea más clara de lo que enfrentarás.
- Identifica los problemas. Hay que ir más allá de lo que ves en tu día a día y analizar cuáles son los posibles problemas a corto y largo plazo.
- Pide consejo a externos. Tener el punto de vista de clientes o de personas que tengan experiencia en este tipo de retos puede ayudar a darte una idea más certera de los resultados que puedes obtener.
- Identifica los posibles obstáculos. Muchas veces dentro de la misma empresa hay cuestiones que dificultan cualquier plan, sin importar quién lo lleve a cabo. Ten en cuenta esos datos.
- Elabora un plan con metas realistas. Trazar los pasos a seguir, con objetivos alcanzables, te dará una guía a la que quizá les agregues o le quites pasos, pero ya tendrás una ruta confiable.
El precipicio de cristal es un desafío que enfrentan especialmente las mujeres, pero también las minorías, ya sea por el color de su piel o por su condición. Lo importante es seguir exponiendo estos comportamientos y destacar que, muchas veces, la situación de una empresa es tan precaria que ni un superhéroe puede salvarla. Hay que destacar que a las mujeres se les considera más capaces para atender una crisis, lo único que no es honesto es quitarles ese liderazgo una vez que la situación se resuelve.
¿Qué opinas de los precipicios de cristal? ¿Te has visto en una circunstancia así? Platícame en los comentarios cuál ha sido tu postura ante esto. Me encantará conocer tu experiencia. ¡Hasta el siguiente post!
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