Si has dirigido equipos, sabes que es inevitable que las diferencias se presenten. Los conflictos son parte de las relaciones humanas y los grupos de trabajo son un gran ejemplo de ello. Lo importante es saber resolver las desavenencias y darles resolución de manera oportuna y profesional, con el fin de que no impacten en la productividad.
Principales causas de los conflictos
Son muchas las razones por las que se generan malos entendidos entre las personas que laboran juntas y eso puede crear un ambiente tenso en la oficina. Entre los detonantes más comunes de las discordias están:
- Diferencias de personalidad (la causa más importante, con un 49 por ciento, de acuerdo con CPP).
- Aumento de estrés.
- Carga de trabajo mal balanceada.
Patrones en los que se desarrollan los conflictos en el trabajo
Según Harvard Business Review, un conflicto suele presentarse en cuatro formas muy comunes:
-Una sola persona es la que genera los problemas o las quejas, y es la única que está en oposición con todo el equipo (20-25% del total).
-Dos personas viven en conflicto permanente y tensan al resto del equipo (35% de los líos, este es el caso más común).
-Dos bandos dentro del conjunto. Tener una división marcada en un grupo de trabajo es realmente complicado y desgastante (20-25% del total).
-Todo el equipo está enojado. Esta situación se desata cuando el desempeño general no es bueno y tienden a culparse unos a otros por los pobres resultados (menos del 15% restante).
¿Qué hacer?
Todo líder debe estar listo para enfrentar las diferencias entre el personal, incluso hay estudios que indican que los directivos dedican 20 por ciento de su tiempo a resolver conflictos. Para que este proceso resulte menos espinoso y obtener resultados positivos, te ofrecemos estos consejos:
-Toma una postura imparcial y de escucha activa.
La comunicación es esencial para la resolución de los conflictos. Habla con todas las partes involucradas, deja que expongan sus puntos de vista, pon mucha atención a lo que expresan y, sobre todo, evita favorecer a alguna de las partes.
-Analiza el problema
Examinar el problema es fundamental. Hay que plantear objetivos para encontrar una solución, pues es complicado resolver una desavenencia de la noche a la mañana. Por ello hay que ir paso a paso, pero con firmeza y con un plan bien estipulado.
-Proponer una solución justa
Lo ideal es ofrecer una solución adecuada. Puedes apoyarte en el departamento de recursos humanos o la dirección para alcanzar un acuerdo imparcial en conjunto.
-Estar pendiente del desarrollo del caso
Para cerciorarte de que todo marcha bien, es recomendable dar un seguimiento a la solución, incluso puedes recurrir a las evaluaciones de desempeño para tener un soporte mayor.
La realidad es que es imposible evitar los conflictos en su totalidad, pero, a veces, de esos malos entendidos surgen algunos detalles que, como equipo o de manera personal, pueden generar mejoras.
¿Qué opinas sobre el tema? Me gustaría conocer tu experiencia y que me compartas algunos consejos en los comentarios. Me encantará leerte. ¡Hasta el siguiente post!
Imagen: pexels.com/Markusspiske
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