¿Has escuchado sobre el efecto bandwagon o efecto de arrastre? Si no, es altamente probable que ya lo hayas experimentado, por ejemplo, cuando eliges algún producto porque tus amigos también lo hacen o apoyas ciertas decisiones porque el resto de tu equipo está de acuerdo a pesar de que sabes que el resultado no será el esperado.
Al efecto bandwagon se le define como un sesgo psicológico que se da cuando un individuo adopta ideas o conductas porque las demás personas lo hacen, aunque no esté dentro de sus creencias o preferencias. Esta cuestión se da por la necesidad de sentir que pertenecemos a un grupo, para ganar aceptación, por conformidad social y porque el cerebro realiza un tipo de atajo, llamado heurístico, para hacer más sencilla la toma de decisiones.
Un efecto que viene de la política
El concepto viene del mundo de la política de finales del siglo XIX en Estados Unidos, cuando los candidatos usaban carros con música y armaban un tipo de desfile callejero para llamar la atención del electorado en los pueblos más alejados con el fin de que votaran por ellos; entonces, se decía que “se subían al carro” (wagon) para pertenecer a la mayoría.
Ya con estudios más fundamentados, en 1944 se definió que las personas tienden a votar a favor de un candidato si las encuestas lo pronostican como ganador, de esta manera, su voto los hace sentir que están en el equipo de los triunfadores; esto demuestra que el votante no basa su elección en datos contundentes como las propuestas o la trayectoria del candidato.
En la mercadotecnia, el efecto es muy similar, ya que la idea es popularizar un producto, el cual se vende en grandes cantidades porque se pone de moda gracias a que lo anuncia un artista o deportista, o para hacer sentir a los compradores que son integrantes de un grupo “selecto”.
Sería interesante sentarnos a analizar, sobre la compra de productos, qué porcentaje los adquirimos por necesidad y que otro porcentaje lo elegimos porque la campaña publicitaria o las redes sociales nos convencieron.
Las redes sociales y la tecnología como potenciadoras
Este efecto se ha potenciado con las redes sociales y lo vemos claramente con todo aquello que se hace viral y que no solo se expande en una comunidad, sino que llega a millones de personas en diferentes partes del mundo.
Hay algunas acciones que pueden resultar positivas, por ejemplo, cuando se viraliza contenido sobre hacer conciencia con respecto a un tema de derechos humanos, salud u otra cuestión favorable; pero también tenemos la contraparte que puede llevar a mucha gente a realizar acciones que son altamente nocivas.
Dentro del campo de la tecnología, también se presenta este fenómeno, principalmente con la inteligencia artificial, que se alimenta de datos para generar un resultado, pero si la tendencia es darle una gran cantidad de información incorrecta, se basará en ella para dar un resultado aparentemente certero cuando en realidad no es así. Si lo vemos de esa forma, sería muy complicado obtener una respuesta personalizada porque dependerá de lo que la mayoría de las personas cree o decide y, en consecuencia, no sería conveniente para nosotros; por ello, a veces es complicado confiar al 100 por ciento en lo que una máquina decide.
¿Cómo evitarlo?
Si bien es difícil salir de este efecto y más en la actualidad con las redes sociales que nos bombardean de contenido, es fundamental que analices muy bien las decisiones importantes que tengan un gran impacto en tu vida y no elegir en función de lo que los demás hacen. Para ello requieres:
Pensamiento crítico
Este es un proceso que implica analizar, buscar datos e información para poder reflexionar de manera objetiva; algo que te puede ayudar a acoplar tu decisión a tus necesidades específicas o las de tu equipo, pero siempre sustentado en datos fidedignos.
Resiste la presión social
Seguir a la multitud no es obligatorio; no porque la mayoría lo lleve a cabo es lo más adecuado para ti. Si bien en ocasiones es complicado eludir la presión social, trata de evitar que influya en la elección que hagas; finalmente tú conoces más el contexto y la razón por la que para ti es más funcional una cosa sobre otra.
Date tiempo
Intenta no tomar decisiones de manera inmediata, date tiempo para pensar e incluso para ver si esa idea fue momentánea.
¿Conocías este efecto? ¿Qué tan seguido crees que se utiliza en las cuestiones empresariales o en la vida diaria? Me gustaría conocer tu opinión, así que te leo en los comentarios. ¡Hasta el siguiente post!
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